"Tiene su origen en la ermita del llamado “Cementerio Viejo”, muy próximo a este lugar, donde estuvo hasta principios del siglo XX, cuando se construyó el bello Cementerio nuevo del camino de Jesús del Alto. En el libro “El Chato de Benamejí” de 1878, conservado en el Museo de Benamejí, se relata cómo la amada de “El Chato” habita la ermita del cementerio viejo y muere sobre la tumba del famoso bandolero. Este oratorio es hoy testimonio único de la existencia de ese cementerio y de su ermita.
Se cuentan historias de la primitiva ermita como la acontecida a Felisa, que prendida por las velas corrió ardiendo a arrojarse a los trigales, donde se consumió. Cuentan también cómo los cortijeros de Río Anzur dejaban a su paso donativos y aceite para las velas, que en tiempos de necesidad las gentes quitaban para echarlo al pan.
Francisca Díaz Caballero cuidó la ermita primitiva del cementerio así como después este oratorio hasta su muerte, quedando hoy al cuidado de sus descendientes.
Trasladado a este lugar en 1967, y construido en terrenos donados por las hermanas Rosario y Martina Nieto del Pino, el actual oratorio del Cristo de la Misericordia dio nombre a este barrio y a finales del siglo XX a la actual calle Sevilla. Está en la zona conocida de antiguo como “El Ejido”, después “La Ronda”, y queda cerca del llamado “Callejón de los Muertos”, llamado así por pasar los ataúdes camino al cementerio viejo.
Su blanca fachada, muestra molduras de yeso, remates cerámicos, cruz de hierro, procedente de unas de las antiguas tumbas del cementerio viejo, y puertas de clavos con originales enrejados. Su interior está pintado desde su origen con el tradicional verde de Benamejí y recupera la tradición de formas en yeso con su retablo de obra y su bóveda de aristas. Conserva además el antiguo lienzo popular del crucificado conocido como Cristo de la Misericordia, y bellas litografías y exvotos de plata, de entre los siglos XVIII y XIX, de gran valor etnográfico y todo un conjunto barroco y teatral procedente de la ermita original. Tanto el lienzo como varios crucifijos de su interior se hallan “vestidos” con las tradicionales coronas de flores de talco propias de Benamejí, que aún hoy se siguen fabricando artesanalmente.
Está en lugar de mucho paso, por el que muchas personas conservan la costumbre de santiguarse, detenerse a expresar sus deseos, recitar antiguas letanías o asomarse a admirar su interior. Durante el mes de mayo, el oratorio, al que además se conoce popularmente como “La Cruz”, forma parte del conjunto de cruces de mayo que se visten con flores y cobres, momento del año en que se adorna y se abre para mostrar su singular belleza antigua, auténtica y popular, rescatada hoy."
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"It has its origin in the hermitage of the so-called “Old Cemetery”, very close to this place, where it was until the beginning of the 20th century, when the beautiful new Cemetery on the Camino de Jesús del Alto was built. In the book “El Chato de Benamejí " from 1878, preserved in the Benamejí Museum, tells how the beloved of "El Chato" lives in the hermitage of the old cemetery and dies on the grave of the famous bandit. This oratory is today a unique testimony of the existence of that cemetery and of his hermitage.
Stories are told about the primitive hermitage, such as what happened to Felisa, who, lit by the candles, ran, burning, to throw herself into the wheat fields, where she was consumed. They also tell how the farm owners of Río Anzur left donations and oil for candles in their wake, which in times of need people took away to add to bread.
Francisca Díaz Caballero took care of the primitive hermitage in the cemetery as well as later this oratory until her death, leaving it today in the care of her descendants.
Moved to this place in 1967, and built on land donated by the sisters Rosario and Martina Nieto del Pino, the current oratory of Cristo de la Misericordia gave its name to this neighborhood and at the end of the 20th century to the current Sevilla Street. It is in the area known in ancient times as “El Ejido”, later “La Ronda”, and is near the so-called “Alley of the Dead”, so called because the coffins pass by on the way to the old cemetery.
Its white façade shows plaster moldings, ceramic finishes, an iron cross, from one of the old tombs of the old cemetery, and nailed doors with original lattices. Its interior has been painted from its origin with the traditional Benamejí green and recovers the tradition of plaster forms with its handmade altarpiece and its groined vault. It also preserves the old popular canvas of the crucified man known as Christ of Mercy, and beautiful lithographs and silver votive offerings, from between the 18th and 19th centuries, of great ethnographic value and an entire baroque and theatrical ensemble from the original hermitage. Both the canvas and several crucifixes inside are “dressed” with Benamejí's traditional talcum flower crowns, which are still made by hand today.
It is a place of many steps, through which many people retain the custom of crossing themselves, stopping to express their wishes, reciting ancient litanies or looking out to admire their interior. During the month of May, the oratory, which is also popularly known as “The Cross”, is part of the set of May crosses that are dressed with flowers and copper, a time of year when it is decorated and opened to show its singular ancient, authentic and popular beauty, rescued today."
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